Y en aquel bar nuestras almas huyeron entre lágrimas, sorbos y miradas.
En aquel bar nuestros ojos se cegaron de amargura, nuestras bocas se ensuciaron de rouge y las palabras enmudecieron en nuestros oídos.
No supimos iniciar aquel final que tanto anhelabamos, pero sí supimos - en aquel bar- enfatizar nuestra obsesión, nuestros miedos y nuestro patetico-hartante y doloroso ¿amor?
Caminamos por Corrientes y marcamos todas las esquinas habidas y por haber con cada tacto, con nuestra hipocresía y dolor.
Descansamos en alguna plaza y lloramos, en silencio. Nos marchamos y luego... nos olvidamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario