- Ya no puedo seguir pensando asi, disculpá.
- No hay nada que disculpar. El hecho de que te sinceres asi conmigo me basta para perdonarte.
- No es sólo eso. Quiero que entiendas que no es por vos; es por mi. No puedo pensar como vos. Ya no. Aquellas pequeñas cosas hace que el día a día sea una tortura para mi. Me levanto, te observo en mi cama, nuestra cama. Escucho tu silencio; escucho que ocultas. Te toco, y al hacerlo te siento. Pequeñas cosas, no soporto esto ya.
- Sinceramente, no sé de qué hablas. No oculto nada, no callo palabra alguna. Soportaste demasiado, vete. ¡Vete ya!
- Es por eso mismo que sigo acá, a tu lado. Son tus silencios, tu piel, tu mirada lo que me inmobilizan. Son esas pequeñas cosas las que hacen que día a día me quiera quedar a tu lado.
- ¿Qué es lo que pensas?
- El simple hecho de pensar en pensar es un pensamiento que me carcome minuto a minuto. Pienso, analizo al corazón. No hay nada que pensar, lo sé. Sin embrargo pienso y ya no lo soporto. Ya no sé que más hacer.
- No hagas nada. Siénteme, escúchame, miráme; amáme. Cada pensamiento tuyo es un pequeño gran motivo para que yo comience a verte como un extraño, y creéme; no lo quiero. No quiero un simple y acomplejado extraño con problemas cerebrales. No quiero que pienses, no hay nada que pensar. Si te marchas ahora mismo, sería el razonamiento más estúpido a los cuales tus pensamientos te llevaron. Sin embargo al quedarte cometerías el mayor acto de valentía. Valor es lo que me falta a mi para huir de tu lado. No puedo siquiera pensarlo.
- ¿Huir de... mi?
- Pues claro que sí. Lo he pensado durante noches. Largas noches de invierno; frío. Porque si bien estamos juntos en cuerpo; en alma y pensamiento no lo hemos estado hace ya un tiempo. Quise engañarme y creer que todo esto no era realidad. Pero sí lo es.
- ¿Cuál es esa realidad? ¡Dímela!
- Estoy completamente enamorada de vos, y ya no lo soporto, te amo tanto que tengo miedo de perderte y de algun día dejar de sentir todo esto que siento por vos. ¡Te amo! No lo puedo evitar.
- No entendía el por qué, ahora que comprendo sé lo que sentis y no se siente bien. Tenemos miedo; miedo a fracasar, miedo a dejar de sentirnos, pero si ese es un riesgo que tengo que correr para estar a tu lado, pues lo haré. Ahora no pienso, y te siento; siento tu miedo mezlcandose con el mío. Pero aquí estamos al fin y al cabo juntos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario