
Y en ese banco yo la esperé. El tiempo no corría, volaba. Espere. Espere. En ese banco, gran compañía. Espere. Tiempo, correr, volar. Espere. No llegaba, yo esperaba. ¿El banco? Bien, un amigo fiel, me banco tanto aquella tarde-noche. ¿Yo? Espere. Espere una eternidad, nunca llego. Me detuve a ver y caí en la cuenta de que hace cinco meses me encontraba allí, esperandola.
El tiempo es cruel a veces, la noción complice. Pero aquel banco fiel.
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