lunes, 30 de marzo de 2009

Maremoto de emociones

Me levanté y comencé a reflexionar sobre aquellas cosas que uno suele evitar. Pensé, reflexioné; me analicé. Llegué a la conclusión de que no entendía nada: pensamiento, reflexión, analisis. Nada.
Cada vez me abstraía más de la realidad y me iba sumergiendo poco a poco en un océano de pensamientos. El tiempo pasaba lentamente. Mis pies no lograban tocar la superficie. Me ahogué en aquel y profundo desierto, transitado de ideas descabelladas. Aún no entendía nada.
Traté de respirar. Me afixiaba con la desesperación misma. Sentía muy cercano el fin de todo aquello.
Como por arte de magía mis pulmones nuevamente se inflaban de aire. La marea descendía lentamente. Aquel océano perdía la rebeldía, poco a poco. Las ideas ya no parecían pirañas hambrientas. Mis pies pizaban firmemente el suelo.
Conclusión: es necesario sumergir las ideas en un océano, secar las ideas y escurrir los sentimientos....

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