A veces es difícil tomar lo real y separarlo de la fantasía. Soy pésima para darme cuenta de cual es el límite ficticio y cuando lo hago la realidad me golpea de manera cruel. Sufro mucho, pero luego vuelvo a sumergirme en mi realidad. Aquella en la que nada me perturba. Soy feliz, utopicamente.
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